miércoles, 23 de julio de 2008

Las tres puntas del triangulo (capítulo 2)

El hombre gris que tenía frente a mí se llamaba Ekain Erabitiazaga Goikoetxea. Como habrás intuido, avispado lector, era vasco. Y se dedicaba al mismo trabajo del finado, era asesor comercial y financiero de una importante empresa de material de oficina. "Bueno", pensé yo, "Trabajando en el mismo sector es normal que se conocieran". No podía estar mas equivocado.

-Bueno , estoy esperando a que me cuente el porqué está tan seguro de que ha sido un asesinato- dije con un poco de desgana.

-Esto.. es un poco dificil. Antes de darle ninguna información debería solicitar de ustedes una compensación.-dijo titubeando mientras miraba a ambos lados como si hubiera salido de presidio.

Hice lo posible por no reirme.

-¿Económica?- pregunté alzando mis cejas como el logotipo de una conocida marca de comida rápida- No se si sabe usted el poco dinero que posee una modesta comisaria como esta como...

-No, no , no . Está usted malinterpretando mi demanda- interrumpió el tal Ekain- mi compensación sería no ser objeto de posterior proceso legal en lo que le voy a contar y ademas quisiera protección personal.

Debo decir, que no podía contestar de una forma coherente y rápida a eso.

-Esto... bueno pues preguntaré a mis superiores - me levanté y me dirigí al despacho del comisario no si antes decir- Por favor, espere un segundito aquí.

Había algo en ese tipo que me decía que lo que tenía que revelar era algo muy importante y que no era más que la punta del iceberg. Me dirigí al despacho del comisario y respiré hondo antes de abrir la puerta. Odiaba y odio a ese maldito con toda mi alma. No sólo porque me había robado a mi mujer y me lo recordaba cuantas veces podía, sino es que es de ese tipo de personas que harían gritar de rabia a la mismísima Teresa de Jesús.

La verdad no tenía ganas de abrir la puerta y oir a ese capullo. Así que esperé un momento y regresé a mi mesa. En ella sentado e intranquilo me esperaba mi acecinado testigo, que había abierto su maletín y había desperdigado unos papeles sobre mi mesa.

-Hola de nuevo- le dije- Dice el comisario que nos cuente un poco de que va el tema y entonces trataremos de cumplir sus exigencias... ¿Que son estos papeles?

El hombre me miró por encima de las gafas y sonrió ,con una sonrisa que solo había visto en los comics de Mortadelo y Filemón.

-Por supuesto, me hago cargo. Por eso he dispuesto estos pequeños compromisos de confidencialidad en los que se relatan mis exigencias.- Sus dedos se movían ágiles en esas páginas como los salmones por el río. - Aquí, en el apartado 6.a se puede leer que si mi información no ayuda a la resolución del caso se podría romper este contrato unilateralmente, eso si garantizando mi inmunidad procesal en lo referente a los cargos aceptados por mi persona...

Que hubiera dicho esas frases sin respirar ya me había mareado lo suficiente.

-¿Como? , ¿Que cargos?... ¿De que vá todo esto?.

Sus ojos afilados de ratón apuntaban a mis retinas como francotiradores , mientras mantenía la sonrisa de oreja a oreja más inquietante que había tenido el placer de tener frente a mí.

-Firme en las X y se lo contaré todo , todo.

Por un momento, pensé en ir al comisario y pedir su autorización. Pero total, me iba a mandar a freir pimientos o algo por el estilo. Asi, que firmé. Como un Fausto de Ciudad real cualquiera firmé. Y la verdad es que entonces no sabía los problemas que me acarrearían esa firma.

Mientras firmaba, la sonrisa de ese tal Ekain se abría más y más. Por un momento creí que iban a saltar sus comisuras como un elástico roto. Cuando terminé, la actitud de ese tal Ekain era mas relajada.

-Ya está. ¿Y ahora que me va a contar?- le dije con un poco de cansancio y el principio de una tendinitis en la muñeca.

Guardó ávidamente estos papeles en su portafolios.

-Para empezar le diré que este no ha sido el primer asesinato. Sabrá , como supongo, que hace unos 15 días murió en Barcelona un importante consejero comercial de la mas grande empresa de material de oficinas del mundo. Encontraron su cadaver en su casa. Habñia muerto de un paro cardiáco.-hizo una pausa como para esperar a que le cortara como en la series de televisión en las que los policías lo saben todo. Siempre me he preguntado porque los tipos de CSI, no se presentaban a un concurso televisivo de esos de se más que tú, se hinchaban a ganar pasta y se retiraban de una vida de meter trozos de cadaveres en bolsitas de plástico. Pero estoy divagando de nuevo.

-Yo... -titubee- Es que a mí si me saca del Marca..

Noté una mirada reprobatoria en el tipo pero siguió con su tema.

-Bueno... Ese hombre, el cadaver que encontraron ayer y yo teníamos algo en común...

-¿Que trabajan en el mismo sector...?-contesté como en un concurso de precio de televisión.

-No.. Bueno sí. Pero eso es anecdótico. Los tres pertenecíamos a una sociedad... El triangulo.

La solemnidad con la que lo dije me produjo de nuevo una necesidad de reir, pero me la calmé.

-¿Y eso que es? ¿Una sociedad secreta, de esas en las que se saludan con gestos extraños y se reunen en una mansión llevando un gorro raro?

-Le ruego que no se ría. Fué... mas bien una idea para jugar con la economía...

-¿Como?. No le sigo..

-Todo empezó hace 7 años, nos encontramos en un simposium sobre economía empática en Viena. Allí surgió una idea. Cada uno eramos de una ciudad distinta de España. Yo tengo 62 años , Emilio 32 y Jaume 25. Ni estudiamos en la misma facultad, ni teníamos nada en común. Solo un poco de... ambición.

Suspiró lentamente y prosiguió

- Decidimos emplearnos cada uno en una empresa de un sector concreto. Dos en las mas importantes, tenemos muy buena reputación en nuestro trabajo y el tercero en una modesta. ¿Me sigué ahora?

Entonces , si había entendido todo aquello, vaya una panda de cabrones inteligentes.

-Espionaje industrial, pero eso esta penado...

-Pero en eso que usted ha firmado dice que no abriran ningun proceso por mi denuncia y ayuda a resolver este doble asesinato.

-¿Doble?. Pero si usted dice que el otro murió de causas naturales.

-Pero hay algo raro, cuando Emilio y yo nos enteramos movimos algunos hilos para enterarnos de la causa. El cadaver se había enterrado rápido y el médico que certificó su muerte había dejado su cargo y desaparecido del mapa.

-¡Que buena persona que es usted! Como se preocupa por sus socios- mi voz no podía ser mas falsa.

La sonrisa del vasco se abrió como la cola de un pavo real de nuevo.

-Si.. Lo ha entendido usted. El dinero que hemos estado recibiendo en negro por la información privilegiada no está con nosotros. Se halla en una caja de seguridad suiza que solo se puede abrir con 3 llaves. Es por eso que creo que van a por mi llave. Y exijo su protección.

-¿Porque no paga protección privada? Usted tendrá sus ahorillos.

-No me fió de la protección privada. No son mas que mercenarios y los que se mueven por dinero pueden ser sobornados. Por eso prefiero la policía nacional.

Él había insultado a un sector profesional y, si le respondía honestamente , yo insultaría a otro. Asi que preferí dejarlo así.

-Bueno.. Y aparte de usted. Quienes estaban al tanto de todo esto.

-Solo una persona, Juan Gómez Martín-Figueroa , un abogado de Sevilla, que gestionaba nuestros envíos a suiza y servía de enlace entre nosotros.

-Osea que la información la envíaban a ese abogado y él lo redistribuía.

-No... Eso sería muy peligroso. Lo hacíamos por internet.

-¿Por email?

-No, eso es perseguible. Creamos una página de contacto de chicas de acompañamiento. Que tambien nos reportaba un ingreso extra. Con un nombre relativo al triángulo

-¿Le triange?¿ o el triángulo rojo o algo así, con clase no?

-Pues no. Se llama Triángulo de Pelos.

Despues de eso hubo un palpable silencio.

1 comentario:

Nicasia dijo...

Sigue tigre, sigueee que la cosa promete