lunes, 14 de julio de 2008

Sombras de muerte (capítulo 2)

La situación rayaba en el absurdo. Sin saber que hacer, mordía una pizza mientras miraba de reojo al motivo de este sinsentido. El tal Daniel estaba en el suelo en un charco de sangre, incosciente. Dos o tres veces había puesto la pistola contra la sien del muy cabrón pero no había tenido el valor de apretar el gatillo. No era su condición, quizás antes en plena ebullición de su ira lo hubiera hecho, pero la marea de esa rabia había vuelto atrás como una ola en la orilla.

Golpeó con la pierna al tal Daniel unas cuantas veces hasta que un leve movimiento de su cabeza le indicó que volvía en sí. Sujetó la pizza que estaba mordisqueando en una mano y cogió de nuevo la pistola que había dejado sobre la mesa.

De entre un mar de libros, maderas rotas y sangre se yerguía muy lentamente el chico que ya no estaba desmayado.

-Sigues vivo solo porque quiero saber el porqué de tu atrocidad antes de matarte- mintió- pero tu ya no estas en este mundo- para dentro pensaba que no podía engañar a nadie con esa dureza de gangster de telenovela.

El chico estaba muy desorientado para contestar, con la mirada perdida y una celeridad muy reducida, se arrastró a la pared y buscó en esta el apoyo que no le podían dar su hombros y espalda magullados.

Tras un largo silencio en el que intentaba ubicarse y recopilar lo ocurrido de su garganta solo salieron unas palabras.

-P..pero quien eres... ¿Como te llamas?

La pregunta irritó al hombre que portaba la pistola y la levantó por instinto. La rabia volvía a acumularse en su cabeza como un río que aumenta su caudal.

-Jorge. Asi me llamo-dijo con voz pausada y tratando controlar su ira como el jinete inexperto que trata que coger las bridas por primera vez- Y Eloisa, era la chica a quien arrebataste la vida. Y te juro...

La frase quedó inacabada porque un golpe seco llamó a la puerta y acto seguido volvió a sonar el timbre.

Ambos, se quedaron perplejos, la sala que se iluminaba por una débil luz de lampara parecía haber suplido con silencio los huecos que llenaba la oscuridad.

-Daniel Ramirez Matas.... Le habla la policía... Abra por favor...

Un escalofrío recorrió la espalda de Jorge. La policía. No había plan. Solo ira. No había reparado en la posibilidad de que los golpes y gritos hubieran alarmado a los vecinos y alguien hubiera llamado a las fuerzas de seguridad. Pero no había tiempo para ello. Sin dejar de apuntar a Daniel se levantó lentamente de la silla en la que había estado comiendo, intentando no hacer ruido. Con la mano que tenía libre tras haber dejado la pizza sobre la mesa le hizo la señal de no hablar a su enemigo. Balanceó ligeramente la pistola hacia la puerta indicándole que le abriera a la policía. Mientras, se dirigía con cautela hacia un lado de la puerta para que al abrirla pudiera esconderse allí.

Sonó de nuevo unos golpes repetidos en la puerta e involuntariamente dió un respingo.

-¿Está bien...? -gritó una voz tras la puerta- ¿que hacemos , tiramos la puerta abajo?- preguntó una segunda voz.

El miedo se apoderó de Jorge y por un segundo pensó en dispararle y entregarse. Pero Daniel se levantó pesadamente y se dirigió a la puerta.

- Y..yaa vaa-dijo en voz alta con dificultad.

La puerta se abrió y Jorge se apresuró a esconderse en el hueco sin dejar de esgrimir la pistola.

En el pasillo, Dos policias uniformados abrieron sus ojos al ver al muchacho abrir la puerta en tal estado.

-Un vecino ha llamado porque ha escuchado golpes y... ¡Santo Dios! tiene usted la cara destrozada.

-N.. no es nada- contestó rápido Daniel- intentaba alcanzar una cosa del armario y se me cayó encima con la mala suerte que se partió una de las baldas sobre mi cara. Estaba preparándome para ir al hospital.

Mientras decía esto señalaba tras de sí al armario tirado, pero sus manos sujetaban el dintel y la puerta sin dejar opción a los policías para que pasaran.

-¿Podemos pasar?, es que la llamada ha dicho que tambien se había oido disparos.

Tras la puerta la espina dorsal de Jorge se vió recorrida por un relampago de miedo... "¡Disparos!.. pero si el no había abierto fuego..." pensó...

-No, lo siento. No quiero hacerles perder el tiempo y además tengo que ir a un hospital.

-Podríamos llevarle si quisiera...

-No se preocupe. He llamado un taxi. Me alegro de que la policia sea tan eficiente y nos proteja a los ciudadanos de a pie. Pero tengo que mandar mi reseña al periódico en el que trabajo antes de que cierren la edición e ir al médico. Le diré a mi redactor que deberían hacer un reportaje del maravilloso trabajo que hace las autoridades de la ciudad.- la voz del muchacho sonaba convincente y parecía haber tratado situaciones así en el pasado.

Lo que si era cierto es que tras la mención al periódico la actitud de los agentes había cambiado. Ambos intercambiaron miradas y se despidieron amablemente diciendo que fuera al hospital lo mas pronto posible, Daniel les despidió , le dió las gracias y cerró la puerta.

Jorge reposaba nervioso sobre la pared cercana a la puerta, su pistola ya no apuntaba al muchacho. El miedo le había hecho olvidar lo que anhelaba. En su mente sólo retumbaba lo que había dicho el agente. "¿Disparos....?"

Tras cerrar la puerta el demacrado muchacho se dirigió lentamente a la nevera como si nada hubiera pasado.

Al ver ese movimiento, el otro escapó de sus pensamientos y esgrimió la pistola de nuevo diciendo en voz baja, como si pensara que la policía se había quedado esperando al otro lado de la puerta.

-¿Dddonde vas?... No hagas ninguna tontería.

Cuando llegó al dintel que abría hueco a la cocina vió como el chico ponía un paquete de merluza congeladas sobre el ojo derecho que lo tenía tan inflado que apenas se veía el iris y la rojez que lo rodeaba. Se giró, de forma de que ambos se miraban a la cara. Uno, pistola en mano con una expresión mas de desconcierto que de ira y el otro con una caja de congelados en el ojo y una expresión temiblemente tranquila.

-No se quien es tu eloisa... Si tienes una foto te diré si es verdad que tengo que ver algo con ella o si te equivocas.

Dicho esto se sento en una pequeña silla que había en la cocina.

Jorge estuvo a punto de replicar pero la frase del policía resonaba en su cabeza como las campanadas de medianoche. Con la disabilidad de un diestro,sacó con la mano izquierda su cartera, la abrió y lanzó su foto sobre la mesa.

El muchacho cogió la imagen y se la acercó al ojo que tenía mejor. Su pupila se dilato y, de repente, lo recordó todo y entendió al momento lo que allí ocurría.

-Dispárame...

-¿Como?.. -Jorge estaba tan aturdido que no sabía que hacer

-Sé quien es ella, sé porqué estas aquí y la verdad... la verdad es algo que no vas a aceptar.
Yo no maté a tu chica pero no vas a creer lo que te voy a contar. Asi que mejor mátame. Desde los ocho años sabía que esto ocurriría.

Jorge estaba aturdido y la sombra de la ira se posó de nuevo sobre sus ojos cegándole instantaneamente.

-¡Déjate de mierdas de película barata china y dime que coño pasó....! -gritó desde lo mas profundo de su alma.

-Va a ser una historia larga...-dijo Daniel mirándole con el ojo bueno sin dejar de apretar los congelados, que ya dejaban caer gotas mezcladas de agua y sangre seca sobre el suelo.

Mientras se sentaba en una silla contigua apretando la empuñadura con rabia, señaló de nuevo con la pistola al muchacho.

-Empieza...

La mirada del chico apaleado se perdió en el horizonte y suspiró profundamente.

-Tenía 8 años-comenzó- y mis padres me llevaron de vacaciones de verano a la costa. En el camino , paramos en un área de servicio para repostar. Y yo salí a la tienda a comprar caramelos con el dinero que mi padre me había dado. Y entonces la ví.. La primera vez fué terrible, me asusté y sali corriendo con los caramelos todavía en la mano... El encargado llamó a mis padres, quienes pensaron que había tratado de robar y me ríñieron. Pero mis ojos sólo estaban sobre ella, que me miraba tras la espalda de un señor que estaba en la cola para pagar.

-¿El que ?... ¿Quien?..

-Una sombra... la primera que había visto. Era una mujer mayor....

-¿Una sombra...?

No pudo terminar la pregunta. De nuevo otro sonido interrumpió la escena. Ambos interlocutores dieron un pequeño salto. El sonido era una melodía.

Jorge sacó un móvil del bolsillo, brillaba, temblaba y lanzaba una melodía al aire. Por un momento, la reacción de su dueño fue tirarlo o apagarlo pero... En el cristal del movil había un nombre.. Eduardo.

Jorge presionó el botón con prisa y , al darse cuenta, que se estaba relajando levantó su arma apuntando al muchacho de nuevo.

-¿ Siii? -preguntó con voz temblorosa

-Hola, soy yo. Eduardo-contestó una voz grave y fuerte.

-Eduardo...¿Porque me llamas?

-Nada... estaba en la zona y quería saber que tal te había ido ¿Lo has hecho?

-No, no he podido... no es tan fácil.

-...- se produjo un silencio al otro lado de la línea- No pasa nada, es normal. ¿Quieres que quedemos y lo hablamos...?

-No... ahora estoy muy aturdido para hablar... ¿Te importa si te llamo mañana...?

-No, en absoluto.. Perfecto... Oye Jorge. No te comas la cabeza, es normal. Lo habría hecho yo mismo, pero estoy en una situación delicada . Y si me echaran del cuerpo. ¿Que sería de Susana y los gemelos...? ... No te agobio más.. Mañana te llamo.

Escuchó un pitido de abrir un coche con un mando remoto, pero lo curioso es que lo escuchó a traves del móvil y también desde la ventana...

Eduardo estaba ahí abajo, habría visto su coche y sabría que estaba mintiéndole. Algo no iba bien. Su cara perdió color y por un momento un sudor frío recorrió su frente.

-¿Sigues ahí?- se escuchó desde el otro lado del teléfono.

-Ss. Si... Te llamo mañana...

-Okis.. Adios...

Un click acabó con la comunicación y dejó a Jorge en una intranquilidad inabarcable...

Daniel había percibido esa intranquilidad.

-¿Quien era?...

El rostro de Jorge volvió a adquirir rasgos fuertes y dedicó una mirada fría al muchacho de nuevo..

-No importa... Sigue contando...

1 comentario:

Nicasia dijo...

Intriga!!! intriga!!!!